domingo, 27 de enero de 2013

Dignificar el diseño

BuscarClarín.comMi EstudioArchivo Arq sXXIARQtv07/01/2013

Por john cary y courtney e. smith* - the new york times, especial para arq

En 2006, Michael Murphy, estudiante de arquitectura de 26 años, se acercó a Paul Farmer, profesional pionero a nivel mundial en el área de salud pública, después de una conferencia en Harvard. Murphy le preguntó con qué arquitectos había trabajado para construir las clínicas, viviendas, escuelas y hasta rutas que había descrito en su charla. Murphy, un aspirante a empresario social, esperaba poner su título de diseñador al servicio de un aprendizaje con los arquitectos humanitarios que colaboraban con el trabajo de Farmer. Pero resulta que esos arquitectos no existían. “Dibujé la última clínica en una servilleta”, le dijo Farmer a Murphy.

Al poco tiempo, Murphy viajó a Ruanda donde, junto a otros estudiantes, se convirtieron en los arquitectos de Farmer. Murphy vivió en ese país durante más de un año mientras se diseñaba el Hospital Butaro, que los trabajadores construyeron con materiales locales. Ahora, el lugar que había sido un puesto militar alberga un centro de atención médica de 5.500 metros cuadrados. El Hospital Butaro es un edificio impactante con paredes intrincadas de roca de lava hechas con piedras cortadas por albañiles ruandeses, y está lleno de paredes de colores llamativos y pasadizos cubiertos bañados de luz y aire. Hay vegetación verde intenso floreciendo por todas partes. Para las 340.000 habitantes que viven en esta región del norte de Ruanda, el proyecto marca una reconversión literal: un área que fue en su momento un lugar de violencia genocida y ahora es un centro de atención médica de primera línea.

Para construir el hospital bajo los auspicios de la organización sin fines de lucro MASS Design Group (MASS significa Modelo de Arquitectura de Servicio a la Sociedad), Murphy y sus compañeros se apoyaron en la teoría de Farmer sobre “una opción preferencial para los pobres”. La idea –tomada de la teología de la liberación– es que los pobres merecen una intervención de la mejor calidad por haber sido menos favorecidos por la suerte y la circunstancia. La audacia ingenua de los estudiantes, sumada a la sabiduría y la experiencia de Farmer, dieron como resultado un edificio que ha establecido un nuevo estándar dentro del diseño de interés público.

Esta nueva raza de diseñadores de interés público tiene como punto de partida que todos merecen un buen diseño, ya se trate de la etiqueta de un frasco de remedios que se pueda leer y entender más fácilmente, un bello parque pequeño para que la ciudad respire o una experiencia de admisión menos estresante en la sala de guardia. La dignidad puede llegar a ser al campo en ciernes del diseño de interés público lo que es la justicia al derecho de interés público más establecido.

La escucha esencial es parte integrante de este enfoque del diseño centrado en lo humano. La característica primordial de IDEO.org –una filial sin fines de lucro de la firma de diseño e innovación IDEO– es justamente esa; los miembros de IDEO.org observan y analizan los posibles clientes y emplazamientos con tanto rigor que podrían ser tomados fácilmente por antropólogos. Un equipo de IDEO.org que tenía asignada la tarea de rediseñar la red sanitaria en Ghana pasó semanas desplazándose casa por casa para formular a las familias preguntas íntimas sobre sus hábitos de baño antes de empezar a diseñar un sistema que protegiera contra el cólera y otras enfermedades producidas a partir del agua. Una experiencia similar se desarrolló en Chile.

Este campo relativamente nuevo del diseño de interés público tiene muchos interesados: más de 500 personas se presentaron para los cuatro puestos disponibles en el programa de becas de IDEO.org este año.

Si bien el desempleo es generalizado entre los diseñadores y los arquitectos, existe un mundo de productos, lugares y procesos que necesitan desesperadamente ser rediseñados. Qué bueno sería que los diseñadores –capacitados para mejorar el funcionamiento, la utilización y la apariencia de las cosas– fueran como estos becarios, arraigados en las escuelas, centros comunitarios, organizaciones sin fines de lucro, clínicas médicas, instituciones religiosas y oficinas públicas, donde podrían experimentar las necesidades de la comunidad y los comportamientos en forma directa. La necesidad de diseñadores –y su ingenio e interés en la belleza y la funcionalidad– no se limita a Africa, India, Haití u otros lugares remotos donde a los arquitectos y los diseñadores se los llama comúnmente después de desastres naturales. Los que luchan por maniobrar cochecitos y sillas de rueda cada vez que utilizan los sistemas de transporte urbanos o trabajan en un mar mortífero de complejos de oficinas suburbanos comparten la misma necesidad básica de animar y dignificar el diseño. Murphy tuvo una percepción sorprendente respecto de lo mucho que tiene que aprender el mundo desarrollado sobre el buen diseño centrado en lo humano para el mundo en desarrollo. Después de terminar el Hospital Butaro y regresar a los Estados Unidos, Murphy lo sorprendió “lo excesivamente diseñados que están la mayoría de los hospitales, donde sin embargo hay poca circulación natural de aire, una falta de color y de oficio, y pocos espacios al aire libre para respirar hondo”.

Frente a un producto mal calculado y deshumanizante –ya sea un deslucido centro para mujeres, una montaña de burocracia innecesaria o instrucciones para armar un nuevo producto que nos hagan sentir ineptos– la falla es del diseño. La mala noticia es que ningún país, rico o pobre, es inmune al mal diseño; la buena noticia es que podemos aprender unos de otros.

Debemos, no obstante, propiciarlo y muchos de nosotros, hasta ahora, simplemente no hemos tomado conciencia de que merecemos algo mejor. No podíamos imaginar la alternativa. Pero una vez que se ve lo que es capaz de hacer el buen diseño, una vez que se lo experimenta, es imposible no verlo y no experimentarlo. Se vuelve parte de nuestro posible. El movimiento para el diseño de interés público cuenta con eso.

*Arquitecto y Escritor-Activista

Traducción: Cristina Sardoy (C) Clarín y The New York Times

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