“Este proyecto no es un capricho escultórico”, afirman Manuel Bailo y Rosa Rull. Ambos han construido un espacio interior que se relaciona con el paisaje que queda detrás del edificio, volcado al río y las montañas de Montserrat. Las dos imágenes con fondo blanco y negro que pueden ver a continuación reflejan el interior y el exterior del proyecto, respectivamente. “Esa es la manera de ver que no se trata de un capricho formal, sino que hemos buscado resolver un programa de circulaciones interno del edificio, así como un problema de accesibilidad y de cumplimiento de evacuación de incendios del Ayuntamiento”, cuentan los arquitectos. Todo ello con la construcción de un espacio interior que se relaciona con el paisaje que queda detrás del edificio, definido, como ya hemos comentado por el río y la montaña.
La actuación, que cuenta con un presupuesto en torno a los 600.000 euros, se concentra en la fachada posterior, que mostraba un aspecto desorganizado y deteriorado. Los arquitectos decidieron no taparla sino remozarla. En primer lugar la han abombado, creando un cuerpo extraño –como se puede comprobar en el alzado–, haciendo hueco para la escalera que organiza todo el espacio interior; para después volcarla al paisaje. Dentro, una escalera-mirador atraviesa el edificio, concecta ambas fachadas y prolonga la renovada hacia el río.
En la sección que mostramos a continuación queda patente que el visitante se encontrará con una estupenda intervención a caballo entre la ciudad y el entorno que la rodea y define, sin duda una de las características que define el trabajo de estos arquitectos.
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